Para tener una buena dicción es necesario tener una buena articulación, o sea, pronunciar claramente cada sílaba.
Algunos malos hábitos al hablar se acumulan desde la niñez, por ejemplo: consonantes que se "arrastran" o palabras que se modifican al omitir algún sonido.
Los trabalenguas son excelentes ejercicios de dicción:
- Pepe puso un peso en el piso del pozo. En el piso del pozo Pepe puso un peso.
- No compro coco, porque como poco coco como, poco coco compro.
- Cuando cuentes cuentos, cuenta cuantos cuentos cuentas.